Emilio Botín ha puesto en marcha una masiva campaña para lavar su imagen, dañada de forma irremisible tras conocerse que es posiblemente el mayor defraudador fiscal de la historia de España. Este patriota, que se atreve a dar lecciones en la Academia Militar de Zaragoza, se mantiene en la presidencia del Banco Santander por el sostén ignominioso del Banco de España, cuyo gobernador Miguel Ángel Fernández Ordoñez no se ha atrevido a pedirle que abandone el cargo, para el cual se exige una honorabilidad profesional que el cántabro no tiene.
Botin, crecido al comprobar que los medios de comunicación están bien domesticados y no hacen ruido de su affair, apareció ayer sonriente y ufano en imágenes retransmitidas urbi et orbi por televisión felicitándose de su triunfo, porque las victorias del Santander son siempre suyas, encarnado por Fernando Alonso y Ferrari en el gran premio de Fórmula 1 de Gran Bretaña, país en el que su hija Ana Patricia, también partícipe de la gigantesca ocultación de fondos, trata de ganar clientes desde la presidencia de la filial inglesa, una de las entidades con peor reputación al otro lado del Canal de la Mancha.
Todavía muy reciente el escándalo fiscal, en el cual lo de menos es que sea condenado o no por los jueces tras regularizar bien o mal sus declaraciones fiscales de ejercicios no prescritos, el profesor Gregorio Peces-Barba, un referente moral para muchos ciudadanos, lo presentaba en un artículo publicado en el diario El País (Un balance electoral, y algunas ideas, 25-06-2011) como un generoso mecenas, que no se merece los insultos del movimiento de Los Indignados. Advertido por este periodista de los errores del relato, Peces-Barba se niega a enmendarlo, mantiene que el mecenazgo de las becas del Santander hay que atribuírselo al señor Botín, y contesta que "todo el mundo, y también los banqueros, tienen derecho a la presunción de inocencia", cuando sabe perfectamente que Emilio Botín ha confesado ser el gestor durante muchos años de un patrimonio milmillonario oculto en Suiza.
Ni los millones de euros que el Santander, por intermediación de Botín, ha concedido a la fundación de Peces-Barba, ni tampoco la presunta condonación de un millonario préstamo del Banesto al padre del catedrático de Filosofía del Derecho, pueden servir de atenuante al comportamiento genuflexo, más propio de un pringao, de uno de los Padres de la Constitución. Se confirma tristemente el acierto del aserto británico: Money talks
Otra notable lavandera de Botin es el ilustre periodista Luis María Anson, quien albergó durante muchos años las posiciones ideológicas más reaccionarias en su ABC "verdadero". El señor Anson ha publicado dos veces, una en El Mundo y otra en el medio online que dirige, El Imparcial, el artículo Emilio Botín, en la cumbre del éxito internacional, un ditirambo del susodicho con adjetivos zalameros y elogiosos repetidos oportunamente (basta rastrear en Gooble) cuando el banquero está en los juzgados, algo que desgraciadamente ocurre con frecuencia. "Es un español del que los españoles deberían sentirse orgullosos", escribe sin rubor Anson, para luego calificar de "envidiosos, resentidos, gentecillas y gentuzas" a quienes criticamos las malas prácticas del banquero.
La semana pasada, el señor Botín repartió, mediáticamente hablando, más becas que nunca, en Gran Bretaña y en Estados Unidos, con foto y sin foto, pero la realidad es que el rey se pasea desnudo.