Gonzalo Garteiz
Estrepitoso fracaso el cosechado por Bankia en el primer examen relevante para cotizar en Bolsa mediante la oferta pública de nuevas acciones con la que captar 4.000 millones para fortalecer sus recursos propios. El banco presidido por el ex ministro de Economía, Rodrigo Rato, ha suspendido sin duda la prueba de colocación entre los inversores particulares. Éstos sólo han pedido un 72,6% del papel reservado para ellos a 5,05 euros, el precio máximo de colocación, pero es muy previsible que en los dos días que hay de plazo para revocar los mandatos la cifra baje sensiblemente.
El fracaso es doble si se tiene en cuenta que Banca Cívica, su competidor a la hora de seducir al inversor, anunciaba que las peticiones de particulares y empleados duplicaban el papel a la venta, 1.000 millones de euros, también en el precio máximo de la horquilla propuesta.
Aunque donde ambas entidades se juegan la salida a Bolsa es en la apetencia que muestre el tramo institucional, el hecho de que la red de Bankia, formada por siete cajas de ahorros, entre las que destacan Caja Madrid y Bancaja, haya sido incapaz de seducir a su clientela, resulta revelador, más aún cuando sólo se aseguró con carácter previo un 9% de colocación con terceros. Incluso con este porcentaje tan pequeño, el principal aliado, el Barclays del recién fichado Pedro Solbes, se echó atrás a última hora, comprometiéndose a comprar solamente la tercera parte del papel que se le había concedido.
Se demuestra así que el diseño de la operación y sobre todo el tiempo elegido han sido un gran error. Las cifras de los inversores particulares resultan demoledoras y el comportamiento de los aseguradores perfila un desastre. De las seis entidades que se comprometieron a tomar el 9% del papel, Barclay's iba a absorber casi la mitad, y su gatillazo, no explicado, estuvo muy cerca ,a tres horas del plazo final para la firma de aseguramiento, de acabar con la oferta de suscripción.
El contrato de aseguramiento no se firmó hasta poco antes de medianoche, cuando a las tres de la madrugada era la hora tope para hacerlo o, en caso contrario, Bankia debía retirar la oferta. Es fácil imaginar la patética reuniónd e medianoche en la que el resto de entidades aseguradoras, Popular, Sabadell, Bankinter, CECA y Renta 4 se negaron además a hacerse cargo del lastre soltado por el banco de Solbes, otro ex ministro de Economía.
Banca Cívica ha hecho mejor las cosas. En primer lugar, estableció para los particulares y empleados un porcentaje inferior, el 50% del total de la colocación, y no el 60% como hizo Bankia. Además tuvo el buen criterio de primar el tramo de los empleados con un 5% de descuento y préstamo preferencial, lo que motivó a la red. Bankia decidió no darles el caramelo y ha pagado la ofensa. Por último, los navarros y andaluces que lideran Banca Cívica, no aseguraron con terceros, sabedores de que ningún banco español iba a hacer un gran esfuerzo por colocar papel por una comisión del 1% (0,24% por asegurar y 0,72% por colocar). De esta forma se han evitado sorpresas desagradables.
En cualquier caso, el gran error de estas ofertas es el momento elegido, con el sistema financiero cuestionado, la reputación en entredicho y la cotización de los bancos en caída libre. Uno de los principales protagonistas de este desaguidado es el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien al exigir unos ratios de solvencia superiores a los que rigen en Europa, ha forzado a las cajas a fusionase en torno a bancos y además a salir a Bolsa. Un despropósito.
De la colocación del papel de Bankia se ha hecho sin ser necesario una cuestión de Estado, y ahora se está a la espera de que Emilio Botín, el patriota campeón del fraude fiscal, sostenido ignominiosamente en su poltrona del Santander por Ordóñez y el Gobierno, quien arregle este papelón en el tramo institucional, donde Rato ha contratado a casi todos los pesos pesados, Merrill, Deutsche Bank, JP Morgan, UBS, BNP, Barclay's y Santander. Sin embargo, ocurra lo que ocurra, las vergüenzas ya han quedado expuestas en público.