lunes, 20 de junio de 2011
Javier Monzón desliga su patrimonio de Indra
Gonzalo Garteiz
El presidente ejecutivo de Indra, Javier Monzón, ocupa este puesto en la multinacional española de tecnologías de la información desde hace casi 20 años. La prolongación en el cargo y la generosidad con que ha sido remunerado le ha hecho ganar mucho dinero y, sin embargo, apenas ha apostado una muy pequeña parte de esas ganancias por la compañía. Monzón tiene ahora 170.177 acciones de la empresa, una cifra bajísima si se tiene en cuenta que un tercio corresponden a retribución y que ha recibido casi un millón de opciones ejecutables. El principal paquete lo recibió cuando SEPI privatizó la compañía a precio de saldo bajo la presidencia de Pedro Ferreras, hace 12 años, embolsándose 740.000 opciones para poder comprar acciones a 4,47 euros, la tercera parte de la cotización actual, que se sitúa en torno a los 13,5 euros. Con posterioridad pudo ejecutar otros programas de opciones hasta alcanzar el millón citado.
Sin embargo, el presidente ejecutivo de Indra, también consejero de ACS en representación de los Albertos desde que estos debieron dejar el cargo por su condena, ha preferido vender las acciones inmediatamente después de poder ser ejercidas, con plusvalías en gran parte próximas al 100%, lo que le ha permitido embolsarse varios millones de euros.
La política de remuneración de Indra ha ido siempre remando a favor de los ejecutivos, primando las opciones cuando se preveían fuertes subidas en Bolsa, aunque desgraciadamente no siempre ha funcionado y este año se cambia el modelo. Monzón no pudo ejecutar 250.000 opciones que le concedieron en 2006 para canjerarlas en los tres ejercicios siguientes, y ahora está pendiente de que mejore la Bolsa pues tiene otras 285.000 recibidas en 2008 a un canje de 16,82 euros por acción, con vencimiento en marzo del año que viene.
La propuesta a la junta, que se celebra hoy, está avalada por informes emitidos por Egon Zehnder y PwC, al igual que otras empresas similares avalaron los premios concedidos con anterioridad. Dicen Zehnder y PwC que ahora "los inversores y accionistas" prefieren que a los consejeros no se les premie según beneficios y evolución en Bolsa, sino con una retribución fija, y así se ha propuesto que, con un tope de 2,4 millones, los actuales consejeros no ejecutivos salgan a 150.000 euros de media. Siguen no obstante permitiéndose las operaciones vinculadas. El ex consejero, Joaquín Moya, ha cobrado desde la privatización en 1999, y sigue recibiendo, en torno a 250.000 euros anuales por el arrendamiento a la empresa de una nave en Torrejón, aunque "a precios de mercado y con autorización del consejo", según el informe anual.
No se dice nada a la junta de la retribución prevista para Javier Monzón y Regino Moranchel, presidente y vicepresidente ejecutivo respectivamente y, desde este año, de la de Javier de Andrés, nuevo consejero delegado. La evolución del salario de los dos primeros es muy discutible, ya que en proporción de un 60% para Monzón y el resto para Moranchel, se han embolsado 18 millones de euros en los tres últimos ejercicios, prácticamente en igual distribución de 6 millones anuales. Casualmente, las cantidades cobradas durante los años de mayor crisis superan las de 2006, ya que casi la misma remuneración cubría también el sueldo del consejero ejecutivo Humberto Figarola, y la de 2007. Monzón y Moranchel han cobrado bastante más en los tres últimos años de mucho peor comportamiento bursátil, que anteriormente.
La mala práctica de Javier Monzón de no comprar acciones de la compañía presidida durante 20 años contrasta con la recomendación del Comité de Remuneraciones y Nombramientos a los altos cargos para que éstos adquieran capital de la empresa. El consejo de administración, viendo como está el patio bursátil y el gatillazo de la última concesión de opciones, decidió no repartirlas en los dos ejercicios precedentes. No obstante, el plan de retribución variable "a medio plazo", ligado a la permanencia en la empresa (!faltaría más¡), aprobado en la junta de 2008, les ha permitido recibir en el primer trimestre de ese año a Monzón y Moranchel, una retribución conjunta de 5,13 millones, lo que tampoco les ha animado a la compra de acciones.