Gonzalo Garteiz
El diseñador Adolfo Domínguez, creador de la firma que lleva su nombre desde hace 30 años, siempre ha tenido fama de austeridad, e incluso sus colecciones tienen un punto minimalista y sostenible. Aunque el éxito que prometía su “arruga es bella” no ha sido tal, su compromiso con la ética empresarial siempre ha estado fuera de dudas, tanto en el campo medioambiental, como en el de la Responsabilidad Social Corporativa.
En contra de la tendencia generalizada codiciosa de los directivos empresariales, con crisis y sin ella, el austero orensano da ejemplo en materia de contención salarial, con una retribución anual el pasado ejercicio de 229.000 euros. Esta cifra es inferior incluso a la retribución media de directores no consejeros de las empresas que cotizan en Bolsa en el mercado continuo, 232.000 euros y un tercio de la de los directores no consejeros de las que cotizan en el Ibex, 773.000 euros, según cifras publicadas por el diario El País.
Los otros dos consejeros ejecutivos de Adolfo Domínguez, Juan Manuel Fernández Novo, director financiero, y María Elena González Álvarez, responsable de producto de mujer, ganan 130.000 y 191.000 euros respectivamente. El resto de consejeros, a 36.000 euros por barba, más 7.000 euros por pertenencia al comité de auditoría y 2.500 euros en el caso de ser miembro de la de nombramientos y retribuciones.
Esta austeridad retributiva se produce en una empresa no tan pequeña como pudiera pensarse, ya que trabajan 2.500 personas y factura 175 millones de euros. El capital de Adolfo Domínguez está controlado por el propio fundador, con el 32%, la familia Puig tiene el 15%, Previsión Mallorquina de Seguros controla el 7,7% y Novacaixa tiene el 5%. Esta gestión tan austera, de concepto casi cooperativista, ha gustado al fondo de pensiones de los funcionarios del Estado de New Jersey, que desde hace dos años cuenta con el 3% del capital.
Los fondos propios de la compañía, descontando la deuda, superan los 100 millones de euros, una cifra muy superior a los 74 millones de valor bursátil. Sin embargo, a pesar de su riqueza patrimonial con un balance muy limpio, sin fondos de comercio imputados, la explotación del negocio no marcha bien, lo que da alas a quienes argumentan que sólo incentivando mucho a los equipos directivos se “crea valor”.
Adolfo Domínguez registró el ejercicio pasado que cerró en febrero pérdidas en todas sus líneas de negocio, que ascendieron a 7,2 millones antes de impuestos, y mantiene todavía una gran dependencia del mercado español, ya que sólo el 20% de los ingresos proceden del exterior. Para este año ha previsto abrir 40 puntos de venta, de los cuales 30 franquicias en el extranjero, siendo Hispanoamérica y Oriente los destinos.
La nueva estrategia pasa también por la austeridad con un crecimiento basado en terceros, mediante franquicias y córneres en centros comerciales, donde los alquileres son contingentes, dependientes de la facturación. El Corte Inglés se ha convertido en el motor de la expansión en España, ya que acoge 218 puntos de venta de Adolfo Domínguez, lo que supone un tercio del total de la compañía, 665 en todo el mundo.