Gonzalo Garteiz
La falta de credibilidad de las cuentas de las inmobiliarias y de los bancos aumenta día a día. Christine Lagarde se ha atrevido a reclamar desde su nuevo cargo de directora gerente del Fondo Monetario Internacional lo que no pidió siendo la todopoderosa ministra de Economía, Finanzas e Industria de Francia: la urgente necesidad de recapitalización de los bancos.
El omnipotente lobby financiero, que estaba noqueado hace tres años, se le ha echado al cuello rápidamente y ha encontrado apoyos tan extraños como el de Elena Salgado, la ministra española, que ha criticado el modelo de medición de riesgos seguido por el FMI para reclamar más capital a los bancos. Se supone que Salgado se muestra contraria a esta medida por el roto que una medida así supondría a las ya paupérrimas arcas del Estado, ya que es el dinero público el que tendría que indefectiblemente debería recapitalizar los nuevos bancos de las cajas, los que andan más cortos de capital.
Aunque el modelo del FMI trata fundamentalmente del riesgo de la deuda soberana en los balances bancarios, a nadie se le oculta que en el caso español se añade la toxicidad de los activos inmobiliarios. Al respecto, La Celosía ha indagado en los balances presentados esta semana por las inmobiliarias que cotizan en Bolsa, y el resultado es frustrante.
En el primer semestre del actual ejercicio, las grandes empresas del sector inmobiliario han considerado, con una única excepción, que sus activos no están deteriorados y valen lo que valían seis meses antes, y todo ello a pesar de que solamente en suelo la caída oficial, determinada por el Instituto Nacional de Estadística, del precio hasta marzo fue del 6,7% respecto a los tres últimos meses del año anterior, mientras que en lo que respecta a la vivienda, la depreciación sumaba el 4,5%.
Metrovacesa, la principal inmobiliaria del país, ahora en manos de la banca acreedora, solamente ha provisionado por deterioros 7,8 millones respecto a unos activos totales que superan los 8.000 millones, lo que supone reconocer una depreciación del 0,01%. Reyal Urbis, salvada de la quiebra también por los bancos, y especialmente por el Santander, ha depreciado su activo superior a los 4.000 millones en una cifra irrisoria de 78 millones, lo que supone un 2%. Sólo Martinsa ha reconocido cierta infección en sus activos de 4.600 millones, reconociendo un deterioro de 234 millones, un 5%.
Realia, la filial de FCC y CajaMadrid, ha reconocido una pérdida de 11,3 millones, cifra insignificante para sus 3.700 millones de activos, y además ha incrementado el valor de algunos activos, equilibrando el resultado. En los casos de entidades pequeñas como Nyesa y Renta Corporación, el desfase de valores en la contabilización ni siquiera llega al millón de euros.