Los datos estadísticos publicados ayer por el Banco de España son reveladores respecto a la situación de alerta y de alarma que vive el sistema financiero. A modo de ejemplo basta señalar que las entidades dedicadas específicamente a dar crédito al consumo para la compra de coches, electrodomésticos y otros bienes, han reducido sus préstamos un 17% desde 2005, año en que comienza la serie estadística mostrada por la institución que gobierna Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Si se toma como referencia el año en que comenzó la crisis, el desplome supera el 30%.
El crédito total de las entidades financieras suma a finales de marzo 1,82 billones de euros, la cifra más baja desde hace casi cuatro años, y las operaciones de leasing son un 10% inferiores a las realizadas en el año 2005. Del total concedido para actividades productivas (empresas), que son 985.000 millones, alrededor del 8% son de dudoso cobro. Al respecto señalar que cuesta creer que sólo el 14% de los 316.000 millones concedidos a los promotores sean de dudoso cobro. En esta coyuntura, las entidades financieras deberían haberse capitalizado pero el Banco de España no ha conseguido que fortalezcan los recursos propios, siendo estos de 185.000 millones, apenas un 10% más que en el último ejercicio del boom (2007), y en el caso de las cajas han descendido un 20% en los tres últimos ejercicios.
Hace ya casi un año que el Banco de España anunció que las entidades que tuvieran que recibir ayudas públicas, la gran mayoría de las cajas de ahorros, deberían reducir el número de sucursales entre un 10 y un 30%, lo que suponía rebajar las plantillas en similares porcentajes. El resultado es demoledor para el equipo directivo que encabeza Ordóñez. Hay solamente un millar menos de empleados en el sector bancario que hace cinco años (264.000 empleados en total), y las cajas de ahorros están en el mismo nivel de empleo que en 2006 (112.000), habiendo desaparecido un 20% de las enseñas.
Donde el panorama se afea especialmente es en la estructura de la cuenta de resultados. Para hacerse una idea del mal negocio en que se ha convertido la banca en España bastan estas cifras: el beneficio antes de impuestos de los bancos (7.900 millones) se ha reducido a la mitad en cinco años, y en el caso de las cajas ha caído un 80% (1.500 millones).