El Banco Santander sufrió un grave quebranto patrimonial en 2001-2002 a consecuencia de la crisis argentina, que originó la ruina financiera y social del país hispanoamericano. A pesar de que han transcurrido diez años, una filial suya, Santander Investment I, mantiene unos recursos propios negativos próximos a 1.500 millones de euros desde entonces, sin que el banco la haya capitalizado, sosteniéndola con préstamos participativos que son renovados según van venciendo.
El auditor del grupo, Deloitte, remarca una salvedad a las cuentas de esta entidad, cuyo principal activo es Administradora de Bancos Lationamericanos (Ablasa), que a su vez controla el 76% de las acciones del banco argentino, Santander Río, antiguamente banco Río de la Plata. Ambas instrumentales fueron constituidas para lidiar con la quiebra argentina. Dice el auditor que Santander Investment I, presidida por César Ortega, no presenta balance consolidado por lo que no se puede saber exactamente el alcance de la situación patrimonial de la entidad, aunque reconoce que en estricto sentido legal el banco presidido por Emilio Botín, y dirigido por Alfredo Sáenz, puede eludir ese modelo de cuentas porque ya presenta el balance consolidado del Santander.
En definitiva, se desconoce si los activos que tiene Santander Investment I son capaces de generar suficiente beneficio como para recomponer los fondos propios. Parece que hasta ahora no ha sido así, porque desde el año 2002 se produce esta situación de quiebra patrimonial, evitada por los préstamos participativos.
En 2001, el Santander dotó con 1.244 millones un fondo especial para cubrir el quebranto de la inversión en Banco Río, además de reducir el patrimonio en balance en algo más de 500 millones de euros ajustando una paridad de 1,5 pesos por euro. Argentina había roto el tipo de cambio fijo, que equiparaba su moneda al dólar estadounidense, y decretó un férreo control sobre los capitales, lo que se denominó el corralito. El banco, guiado entonces por Ángel Corcóstegui, aseguraba que esa cantidad cubría la "pérdida máxima".
Sin embargo, un año después, ya con Botín y Saénz pilotando la entidad tras haber pagado indemnizaciones multimillonarias a Corcóstegui y Amusátegui, el Santander aminora su patrimonio en otros 477 millones de euros, y el fondo de cobertura se eleva hasta 1.623 millones. Entre otras razones que explican estos incrementos del quebranto está el hecho de que el tipo de cambio del peso argentino resulta ser mucho más bajo. El SCH, ahora operando ya sólo con el nombre de la capital de Cantabria, actualizó un año después ese tipo de cambio hasta 3,73 pesos por euro, y hoy es el día que hay que poner 5,8 pesos para conseguir un euro.
Desde el año 2004, el negocio argentino "neutralizado contablemente" no ha merecido la atención de los dirigentes del Santander en sus informes de gestión a los accionistas, hasta que esta primavera se ha anunciado la idea de colocar en Bolsa una parte del capital del histórico banco Río de la Plata.
La filial Ablasa, citada anteriormente, tiene previsto vender una parte, aún por decidir del 76% del capital que controla en Santander Río, en la operación simultánea de venta y ampliación de capital que ha preparado el banco de Botín, cuya matriz controla el 24% restante menos unas décimas que están en otras manos (aún así ha seguido cotizando en Buenos Aires). La colocación en el parqué de más acciones del Río ha extrañado a los analistas argentinos porque este año el sector financiero ha sufrido notables caídas en su cotización, del 25% en dos entidades, Hipotecario y Marco. No obstante, con la ayuda de Merrill Lynch y JP Morgan, además del propio Santander, el éxito debería estar asegurado.
Se entiende que con esta colocación Ablasa podrá revertir fondos a Santander Investment I, y ésta instrumental pagar a su vez los préstamos participativos de la matriz, poniendo fin a un maquillaje contable que dura ya 10 años, y que ha sido advertido incluso por el auditor del grupo.