El escándalo contable de Sos, que pasará a llamarse Deoleo cuando lo apruebe la junta de accionistas, continúa tres años después de “descubrirse” una sustracción de fondos (230 millones) por parte de los hermanos Salazar, quienes se aprovecharon de la negligente labor fiduciaria del consejo de administración, en el que se sentaban las cajas accionistas. En el último balance presentado en la CNMV correspondiente al ejercicio 2010, y que deberá ser aprobado en la junta a celebrar en fecha todavía no decidida, Sos valora sus marcas en 867 millones, de los cuales ha amortizado 4,9 millones y ha reconocido un deterioro de 2 millones, lo que supone un valor neto de las marcas de 862 millones. Esta estratosférica cifra es superior al patrimonio neto de la compañía, que suma 826 millones, después de haberse incrementado éste con capital en más de 500 millones a lo largo del pasado ejercicio.
Al respecto hay que señalar que ya la CNMV requirió en 2007, bajo gestión de los Salazar, una explicación sobre el valor de las marcas, y la compañía alegó entre otras cosas que un informe de Price (PwC) consideraba muy prudente la valoración en relación a otras casuísticas. Sin embargo, y a modo de ejemplo, Campofrío, una compañía eminentemente marquista, y también del sector de alimentación, valora sus marcas en poco más de 350 millones y cuenta con un patrimonio neto de 670 millones. Ebro, que ha comprado a SOS el negocio de arroz con marcas valoradas en 59 millones, tiene contabilizadas las suyas, líderes en los mercados en los que opera, en 230 millones las correspondientes al arroz y 505 millones las de pasta. En total, 735 millones para un patrimonio neto de 1.300 millones.
La controvertida valoración excesiva de las marcas, terreno en el que Ruíz Mateos es el rey, se enfrenta a realidades contundentes. Un caso ejemplar es el de la marca Tryp, que pertenecía a Sol Meliá. Esta sociedad hotelera presentó en junio de 2007 a los inversores, cuando vivíamos en un big bang de expansión permanente de beneficios y facturación, una valoración de sus marcas realizada por American Appraisal, en la que a Tryp se le concedía un precio de 236 millones de euros. Sin embargo, hace un año, el comprador de Tryp, la cadena estadounidense Wyndham la contabilizó en sus libros en poco más de 20 millones de euros (36 millones de dólares). En el acuerdo de venta a Wyndham se añaden 3 millones de dólares anuales que paga Sol por el uso de la marca durante 20 años en sus hoteles de esa enseña.
La marca más cara de Sos es Bertolli, en torno a los 400 millones de euros, más que Carbonell, Koipe y Koipesol juntas. Esta carísima adquisición tiene trampas contables del calado de activar su “lista de clientes” con un valor en balance de 80 millones, que se “amortiza” en 20 años. Otro despropósito, que tampoco ha sido denunciado por el ex presidente Mariano Pérez Claver (en la foto), firmante de las cuentas, y ahora trasladado por Caja Madrid a NH, es el contrato de derivados, vencido el pasado ejercicio, sobre tipos de interés ligado “a la evolución de ciertos valores en el Ibex”.
Esta especulación bursátil le ha costado a la empresa 70 millones, que es la deuda que tenía con las entidades financieras que dieron la contrapartida. Una de ellas, muy posiblemente una de las cajas que estaba en el consejo, ha "capitalizado" 11 millones del débito por este motivo. Sería probablemente delictivo que un miembro del consejo participase activamente en la especulación financiera de los Salazar con la caja de Sos, como parecen apuntar estos derivados.
Agujeros negros de este calado no denunciados explican el escarnio que ha supuesto el cobro de una indemnización millonaria del anterior consejero delegado, José Manuel Muriel, que se fue con 3 millones tras año y medio de trabajo en la empresa, operación merecedora de la atención de la fiscalía anticorrupción.