Nunca defrauda el católico Chesterton y menos aún su humor, tampoco a los gentiles. El hombre vivo es una novela en la que por la vía del entusiasmo y la exaltación consigue su propósito de llegar al corazón, mostrándonos la alegría de vivir muchas veces desde el lado irracional, aquel que nos devuelve a la infancia, a la inocencia.
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